Con más de cuarenta premios internacionales a sus espaldas, ‘Volver’ está considerada como una de las cumbres del cine de Pedro Almodóvar, que para la ocasión trasladó el equipo de rodaje al madrileño barrio de Vallecas.
Festival de Cannes. 10 de mayo de 2006. Pedro Almodóvar presenta en el certamen Volver, su nueva película. La secuencia en la que Penélope Cruz interpreta por bulerías el tango de Carlos Gardel que da título al film provoca más de una lágrima entre los asistentes al pase en La Croisette. El escenario donde tiene lugar la acción es un colorido restaurante recreado para la ocasión en un solar de la calle de Peña Labra. Pero esta no es la única localización ubicada en Vallecas.
La filmografía de Pedro Almodóvar, que el próximo mes de marzo estrenará Julieta, su vigésimo trabajo, está indisociablemente unida a la ciudad que le acogió a principios de los ochenta. Las atestadas calles de El Rastro en Laberinto de pasiones, las casas de la M-30 convertidas en cárcel de esa madre coraje moderna llamada Gloria (Carmen Maura) en ¿Qué he hecho yo para merecer esto!, la Plaza Mayor en La flor de mi secreto o el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas al que llegaba Becky del Páramo (Marisa Paredes) al comienzo de Tacones lejanos son solo algunos de los lugares de ese Madrid cosmopolita y castizo en el que han amado, sufrido y deseado los personajes creados por el director.
En Volver, definida por Almodóvar como una comedia dramática cuyo «tono imita a la vida misma», el cineasta necesitaba distanciarse de los escenarios más sofisticados y kitsch de sus películas previas (La mala educación, Hable con ella) para hacer creíble el guión que tenía entre manos, una historia sobre la fortaleza femenina —constante temática de su cine— aderezada con ciertos toques surrealistas.
Raimunda (Penélope Cruz) lucha a brazo partido por sacar adelante a su familia, formada por un obrero en paro (Antonio de la Torre) y una hija adolescente (Yohana Cobo). Aunque nació en un pueblo manchego, se trasladó a Madrid, donde también vive su hermana Sole (Lola Dueñas), que se gana la vida con una peluquería ilegal. Sus vidas siguen marcadas por la ausencia de su madre (Carmen Maura), fallecida tiempo atrás en un incendio. Todo cambiará cuando un día el supuesto fantasma de su madre se presente en casa de la tía Paula (Chus Lampreave).
El filme deja que el ingrediente fantástico contagie progresivamente el tono costumbrista de la trama. La ya citada secuencia en la que Cruz interpreta el tema de Gardel, y en la que le parece entrever en la distancia la figura de su madre, es un buen ejemplo de este juego entre lo real y lo imaginario (¿es posible que la madre haya regresado del más allá?).
El —ficticio— restaurante Emilio, construido para la ocasión en un solar de la calle de Peña Labra (situada al norte del Puente de Vallecas) fue un decorado diseñado por Mara Matey, que volvería a trabajar con el director en Los abrazos rotos. Aunque los vecinos quedaron encantados y solicitaron que fuera dejado como recuerdo, al final no pudo ser conservado. Muy cerca de este escenario, en la esquina de Peña Labra con la calle del Pico de la Peña Golosa, se encuentra el portal número 9, donde está situada la casa en la que viven Raimunda y su hija Paula.
De la calle de Peña Labra al Cerro del Tío Pío
«SECUENCIA 40. CALLE RAIMUNDA. EXT. DÍA. ZONA DE CASAS BAJAS. Raimunda camina hacia su casa, arrastrando el pesado carrito de la compra. Se cruza con Regina, una cubana gorda e intrépida. La misma que apareció la noche en que llegaron del pueblo».
Ataviada con un vestido negro y el pelo recogido, Penélope Cruz nunca ha estado tan cerca de ser la versión española de Anna Magnani como en esta secuencia rodada en calle Garganta de Aisa, en el barrio de Doña Carlota-Fontarrón, muy próximo al Cerro del Tío Pío. En su recorrido por la calle, la protagonista se va encontrando con algunas vecinas, a las que no duda en pedir con desparpajo que le echen una mano para poder completar la lista de la compra con la que tendrá que dar de cenar a un equipo de rodaje que ha desembarcado en el barrio —y al que veremos en la escena siguiente, la ambientada en el restaurante Emilio—. La secuencia es otro de los mejores momentos de la cinta.
Con su impresionante colección de galardones (candidatura al Oscar a la mejor actriz, cinco premios Goya, incluyendo mejor película y director, premio en Cannes al mejor guión y a la totalidad de su reparto femenino…), Volver constituye, hasta el momento, la mejor oportunidad que ha tenido Vallecas de pasearse por las pantallas de medio mundo.